Museo de trenes
15 de agosto de 2008
Estos trenes...
bañados de metal silencioso,
tan quietos... a la sombra del tiempo
sumergidos en esta ciudad
que reclama esperanzas...
Y no dejan de vivir,
aun cuando en sus mejillas
el calor se enfrió
Y nosotros,
pequeñas criaturas curiosas.
Sobrecogidas en un diálogo,
que se diluye en el acero.
Con esa alma pesada y poderosa
recubierta en soldaduras y anclajes abandonados,
vestida de armadura...
forjada en el vientre furioso,
donde se produce el fuego y se funden los metales
No conocen otros caminos
sólo aquellos trazados sobre líneas mudas,
que cuando se alejan
las une sólo el silencio.
Es increíble la paciencia de estos trenes
para vivir anclados en sus memorias.
Como el andar de un reloj...
secretos e imperturbables...