Estación Lo Espejo
2 de agosto de 2009
Las colosales locomotoras
vaciaban sus bocinas
tronando todo el acero recorrido,
y la estación temblaba
con el alivio de las máquinas.
Venían del sur,
cargando madrugadas de rocío
que escapaban como nubes
por las mañanas santiaguinas
Ahí estuve cuando niño,
habitando senderos silentes
que nacían de un nogal.
El árbol,
amoldaba su desmedida sombra
sobre la tierra
dibujando las historias
que me seducían.
Mis juegos,
recorrían toda circunstancia
que habitaba cerca del ferrocarril.
Había acequias resonantes, inquietas, presurosas
ahí timoneaba barquitos de papel
que llevaban mis palabras hacia el sur,
mis anhelos los dejaba ir en esas naves
sobre corrientes con alas transparentes
que al poco rato desaparecían
Mis juegos,
transitaban ese entorno
y se pasmaban
con el aullido de los aceros