La estación y la noche
24 de septiembre de 2014
Transitamos calles que nacían de la noche,
donde las horas oscuras elongaban el tiempo.
Nunca vimos caras conocidas,
los rostros eran estaciones de ausencia.
Las luces mezquinas huyeron esa noche,
dejaron al rocío durmiendo sobre techos oxidados.
Ahí las estrellas reflejaron su pequeña luz,
en el latón cuya agonía era lenta.
Dibujamos nuestras huellas con el silencio,
yo llevaba mis cinco años en un bolsillo.
Las piedras y el fierro abrazaban el frío,
y la estación, el murmuro del olvido.
Íbamos de la mano, en un mundo lejano.
Llegando y a la vez huyendo,
de aquello que oscureció a tantos.