Nadie pudo evitar esa miseria que heredaron. Ante sus ojos, las primaveras lanzan mariposas blindadas como balas, ciegas de razón, como semillas que envía la muerte buscando donde caer. Ellos van en una procesión enfrentando su destino, se superponen sobre los muertos. Alguna vez dejé una caja de navidad, porque ahí, se debe sembrar esperanzas para no perder la ilusión de los niños. Al ver esta tragedia, siento decepción. Las casas vacías y llenas, incendiadas, blindadas de odios, habitadas por la soledad que abraza la penuria en desnudez. Pasarán mil sufrimientos antes que vuelen mariposas en la Parinacota…