Despertar
Mayo de 2015.
Detrás de los cristales apareció el cielo, con sus ojos
abiertos como una ventana puesta en días de primavera.
Me vino a buscar aun cuando parecía un muerto,
pero no lo estaba, porque detrás de las cortinas,
esperé como la semilla que el tiempo hace madurar.
Ahí hervían mis palabras en la cocina de los volantines,
llenas de colores y palpitantes como estrellas debutantes.
Prepararon sus letras en el papel de mi mano,
esparciéndose como polen cayendo de mis venas.
Escuché palabras hermosas naciendo de otras bocas
como golondrinas que van dibujando el aire en el cielo.
Pude ver las calles que me mostraron otros ojos,
con sus grandes árboles erguidos por el tiempo.
De niño caminé calles por donde paseaba el otoño,
donde las estrellas bajaban a jugar
con las piedras que mis manos entibiaron.
Eran calles dibujadas por los pasos que ya se habían ido,
buscando quizás el sol que rebotaba en las ventanas
y se alejaba por las esquinas de algún barrio.
En el mismo cielo que enciende sus luces para resucitar,
puse mis recuerdos, solitarios en esa secreta inmensidad.
De tanto silencio, mis venas hablaron, como el fuego
cuando se desdobla en una pirca.
No podría decirles tanto, como ellas me han dicho,
Pero si cómo mis palabras se encendieron al llamarlas.
Detrás de los cristales apareció el océano.
Sus ojos ardían, como un fogón en medio de la pobreza.
Venían incendiando sus huellas y esparciéndolas,
como esa locomotora que se alejó,
regalándolas al aire silencioso.
Ardían, como el horizonte que lo hace a toda prisa,
antes que la lluvia vuelva y caiga sobre el cielo.
Mis palabras, se encendieron desde la infancia.
Se acumularon en mi memoria como racimos de uva
haciendo fila para llegar a la boca de la vendimia.
Mi sangre, está llena de palabras pero insatisfecha,
como la lluvia que cae en la lluvia
humedeciendo las formas que pasan por mis ojos.