Hablas de belleza
Abril de 2015

Cuando hablas de la tierra, las flores prestan su atención.
Se levantan, y en sus lenguas perfumadas,
dejan que navegue la luz que viaja en los caminos.
Por ahí donde resucitan los sonidos
que los árboles han dejado en el olvido.

Hablas de ella y de los musgos, del agua que pasea.
De los árboles que envejecen, pero siguen asistiendo
a la esperada primavera. Y aunque llegan sin sus frutos,
desnudos lucen sus arrugas, por donde su savia escapa.

Hablas de la tierra, del viento que levanta olas en el cielo,
del color que nace cuando los vientos van nublados.
Todo eso ocurre, en los lugares que nuestros ojos ven,
y dejan viviendo en el alma.

Hablas de la tierra y siento que mi sangre es de ese barro,
del que es azotado por la lluvia durante largas noches.
Gota a gota su sonido me abre el corazón,
mientras las neblinas me buscan
en los bosques de raulíes, canelos, coihues y mañíos

Hablas de la tierra y de sus lugares que sanan el alma.
Lagos y ensenadas que apagan la sed de atardeceres.
Valles donde vuelan las estrellas durante el día,
para alimentarse de la luz que allí se cultiva.

Hablas de la tierra y la niñez buscando atardeceres.
Recordando el frío que siempre habita en el sur,
Aquel que deja la piel, como al metal el rocío.

Hablas de la tierra y vienes llena de ella,
trayendo flores y manzanas de domingo.
Me recuerdas el olor de las mañanas,
cuando la luz cae sobre los pastos
y despierta las quintas aún dormidas.

Hablas de la tierra y de sus habitantes deslumbrantes,
como los grillos anaranjados y brillosos,
que en la noche rompen las ondas del silencio
escondidos bajo la humedad del tiempo.