El camino empedrado
Julio de 2009.

A veces me voy sin avisar,
la decepción me abruma.
No dejo lágrimas,
porque se transforman en huellas

No sé si llegaré al cielo o al infierno,
tampoco con quién llegaré.
Navego sobre un océano a punto de vaciarse,
desde mi estómago estremecido
siento todas las ausencias.

Sin remordimientos debo enjuiciar.
Sin motivos debo consultar.
Sin ventaja alguna, blanquear la inclemencia.
Sin huellas ni luces, sólo silencio,
como aquel que acompaña a la flor del sepulcro.

Hay pérfidos y nobles
Para unos:
la lealtad es sólo un sedimento en sus conciencias
para otros:
el suelo empedrado por el cual transitar